Es sabido que el ejercicio mejora el metabolismo y reduce la vulnerabilidad a las enfermedades crónicas. Y sin embargo, la comunidad científica sabe tan poco sobre los mecanismos exactos por los que el ejercicio promueve la buena salud. El año pasado, dos estudios de Suecia trataron de desmitificar los aspectos más delicados del ejercicio. Los estudios, llevados a cabo por investigadores de Malmö y Estocolmo, pueden haber descubierto aperturas para nuestra comprensión del ejercicio a nivel microcósmico.
¿Cómo afectan los entrenamientos a las células grasas?
Los genes son receptivos a la cacofonía de mensajes bioquímicos transmitidos por todo el cuerpo. Estas señales los activan, es decir, les permiten expresar proteínas, un proceso que se produce como un espectro de reacciones corporales. Los científicos del Centro de Diabetes de la Universidad de Lund se centraron en un mecanismo genético llamado metilación. En este proceso, las moléculas de hidrógeno y carbono se enganchan al ADN y cambian la receptividad a las señales.
El gen en sí no cambia, sólo el comportamiento. Los investigadores de Lund hicieron una biopsia de los adipocitos (células grasas) de un grupo de hombres sedentarios y determinaron las pautas de metilación en el ADN de las células. Luego sometieron a los participantes a un régimen de aeróbicos o de rotación, realizado una hora dos veces por semana durante seis meses. Los participantes eventualmente mejoraron los resultados de peso, así como los perfiles de presión arterial y colesterol.
Pero había cosas más fascinantes que hacer. Al final del período de ejercicio, los investigadores volvieron a tomar muestras de adipocitos. Lo que encontraron fue nada menos que impresionante: Se habían producido cambios en los patrones de metilación en 7.663 genes. Además, los genes que mostraron los cambios más conspicuos fueron relevantes para el almacenamiento de grasa, así como para el desarrollo de la diabetes y la obesidad. Mientras tanto, los científicos del Instituto Karolinska descubrieron que los ejercicios manipulan la metilación no sólo en los adipocitos sino también en los miocitos (células musculares). Un entrenamiento era todo lo que se necesitaba para afectar los cambios, aparentemente.
Después de que los sujetos montaran bicicletas estacionarias y quemaran 400 calorías en el proceso, los genes de los miocitos ganaron o perdieron moléculas de metilo. Al igual que la investigación de Lund, los genes más afectados son aquellos que expresan proteínas relacionadas con el riesgo de diabetes y obesidad.
¿Cómo elegir una bicicleta?
En ambos estudios, la bicicleta emerge claramente como un formidable aliado contra la decrepitud. Es, al menos, un medio seguro para hacer ejercicio debido a su bajo impacto en las articulaciones. Muchos gimnasios ofrecen “clases de spinning”, sesiones de ciclismo en las que los entrenadores dictan el ritmo de pedaleo.
Por otra parte, siempre puedes usar tu propia bicicleta y disfrutar del aire libre. Si no te gusta la idea de los accidentes de tráfico, y mucho menos el viaje al gimnasio, puede tener sentido invertir en una bicicleta estacionaria. Esto es especialmente útil durante las inclemencias del tiempo o si vives en un entorno de nieve. Las opciones de las bicicletas estacionarias superan a los radios de las ruedas, pero en general hay dos: recostadas o en posición vertical. Opte por la primera si sufre de problemas de espalda o de movilidad.
Una bicicleta reclinada le permite sentarse derecho mientras pedalea. O bien, busca una bicicleta vertical, que te permita inclinarte y agarrar las manijas. Los expertos en fitness recomiendan esta bicicleta para fortalecer el núcleo. Factor de ajuste en la compra de la bicicleta. La posición adecuada es todo lo que se necesita en cualquier entrenamiento que implique pedalear, ya que no querrá que las articulaciones se vean comprometidas.
Bicicleta para la salud
Como en cualquier tipo de ejercicio, la moderación es la clave. No exageres en el ciclismo. Pedalea con poca resistencia durante no más de media hora al principio. Puede aspirar a una resistencia más alta a medida que pasen las semanas. Mezcle los entrenamientos también. Puede intentar entrenar a intervalos en la primera sesión, y aumentar la resistencia en la siguiente. Las modificaciones en el patrón de metilación del ADN pueden resultar ser las adaptaciones más básicas de la humanidad para la actividad física. Las postulaciones de estos estudios sólo podrían validar los efectos auspiciosos de la actividad física, desde los niveles atómicos hasta los tisulares. Los suecos estaban realmente en algo.