En España existen más de 3,2 millones de empresas según los últimos datos de 2016 del Instituto Nacional de Estadística (INE). Y el mismo número de rótulos luminosos aproximadamente uno por cada una de ellas. Un elemento imprescindible que, sin embargo, puede resultar más perjudicial que beneficioso si no sabemos aprovechar los últimos avances tecnológicos. Porque, más del 70 por ciento de este tipo de letreros son antiguos, obsoletos y pésimos en cuanto a su eficiencia energética.
Gastan mucha luz, requieren un mantenimiento caro, se estropean fácilmente y los componentes duran mucho menos. Así lo advierten las asociaciones de empresas de rótulos luminosos. Esto supone, en muchos casos, no solo una enorme factura de luz, sino también más de medio millón de toneladas de emisiones de CO2 a la atmósfera.
¿Cómo ahorrar energía en los carteles publicitarios de nuestro negocio?
Si quieres reducir el consumo eléctrico de tus letreros luminosos, lo peor es recurrir a los tubos fluorescentes, que tienen un elevado consumo. Las superficies opacas no traslúcidas y la ausencia de control periódico o regulación específica son otros problemas habituales que hacen gasta más. Pero, sobre todo, la poca eficiencia de sistemas que deben estar encendidos continuamente. Las farmacias, que en su mayoría mantienen encendida su cruz luminosa las 24 horas al día, son el ejemplo más característico de por qué es necesaria una buena gestión de los dispositivos eléctricos de nuestro negocio.
Sin duda, rentable
Y entonces, ¿cómo ahorrar energía en los carteles publicitarios de nuestro negocio? Volviendo al caso anterior, las cruces con leds para farmacias son la mejor opción. Y por extensión, para todo tipo de negocio. Si cambiamos, por ejemplo, todo el sistema de fluorescentes de un establecimiento amplio, unos veinte metros, por uno de tecnología led, la temida factura se podría reducir hasta en un 80 por ciento. Esto supondría a su vez, en euros, más de 200 millones de ahorro energético en España, todo un impulso a la eficiencia energética del país. Y es que todo son ventajas.
Aunque la inversión inicial resulte más cara, puesto que algunos elementos led pueden llegar a costar cuatro veces más que la iluminación tradicional, a medio y largo plazo es, sin duda, muy rentable. Se amortiza en menos de 36 meses, pues el consumo de energía y el mantenimiento son mucho menores, generan tres veces menos de emisiones de CO2 al año y duran mucho más. Una bombilla normal, por ejemplo, no pasa de dos años; las bombillas led superan los siete.
Un ejemplo concreto: un letrero luminoso de 20 metros, con tubos de 60 W, encendido durante 16 horas al día, frente al mismo equipo de ledes supone 1200 kW de energía menos al año, es decir, 180 € de diferencia. En cuanto al mantenimiento anual: los fluorescentes no bajarían de 206 € al año.
Los ledes, 80 €. La diferencia en el precio, más caro, de la instalación y de los elementos led se recuperaría en apenas tres años. Es decir, pasarnos al led nos aporta menos gasto de luz y de energía, menor mantenimiento, amortización de la instalación, una mayor eficiencia energética y, sobre todo, ecológica.