Los dos primeros años de actividad de una empresa ofrecen unas altas tasas de cierre y mortalidad. Es una realidad viva y palpable que todos conocemos de primera mano. El dato frío lo ofrece el INE. Miles de empresas no superan los dos años. Un porcentaje aterrador de empresas no llega a los 5 años. Es natural. Las empresas son entes vivos, pero el dato no deja de asustar. Ilusiones, esfuerzo y dinero se van a pique con el cierre. Las causas que llevan a esos cierres prematuros son múltiples pero las podemos agrupar de un modo muy simple en tres:

  1. Carencia de cualidades emprendedoras en el equipo que lidera el proyecto.
  2. Plan de empresa idealizado: Puede ser un estudio de mercado alejado de la realidad o fallos en la planificación económico financiera.
  3. Mala elección de socios.

Me voy a centrar en el último. Es relativamente fácil de desterrar. O, al menos, sino fácil de desterrar, si de prever. Y muy pocos emprendedores y proyectos contemplan este punto.Elegir a un socio no es la cuestión que nos suele quitar el sueño.

En muchos proyectos los socios son amigos, familiares o compañeros de trabajo. Están en el momento justo y el lugar adecuado. No tengo nada en contra de la amistad, la familia ni los compañeros, faltaría más, pero sí de la falta de análisis que realizamos a la hora de comprometer el proyecto con nuestra elección.

Otro planteamiento es el del socio capitalista. “Necesito el dinero” podrías decir. Sí, pero, pregunto “¿A cualquier precio? ¿Incluso si supone que tu proyecto no va a pasar de tres años? ¿Implique lo que implique?”

“El número ideal de socios es impar e inferior a dos” Seguro que todos hemos oído o pronunciado esta frase más de una vez y más de dos. Y no porque estemos en contra de la figura del socio, al menos en mi caso, pero sí de su mala utilización. Muchos emprendedores buscan un socio porque no quieren estar solos. Tal cual, aunque no lo declaren. Emprender es duro, es arriesgado, exige tomar muchas decisiones. Quieren contar con un apoyo y compartir riesgos, y, por ello, caen en un riesgo mucho mayor.

No vale cualquier socio, por muy amigo, hermano o extraordinario profesional que sea. Mi socio debe ser:

Una persona con la que tenga química. Voy a pasar muchas horas del día con él y tendremos que tomar decisiones difíciles.

Alguien que comparta mi visión del proyecto. Y no a corto plazo, sino a años vista.Debemos imaginar un futuro similar para nuestra idea. De no ser así nuestros caminos comenzarán a alejarse.

Debe mostrar un grado de implicación similar al mío. Si no surgirán problemas más bien pronto que tarde. En cuanto aparezcan las primeras dificultades. Si para mí mi proyecto supone una dedicación del 80% difícilmente lograré llevarlo adelante con un socio que dedique un 20%.

Las funciones a asumir por cada uno de los socios debe ser analizadas y detalladas en el plan de empresa, junto con la remuneración que llevará asociada. Y me explico: Dos socios al 50% cobrarán el 50% de los beneficios, pero no tienen por qué tener el mismo salario si las funciones que cada uno realiza no justifican esa identidad de sueldo. Las funciones de cada uno de los socios deben ser contempladas y consensuadas desde antes de la puesta en marcha del proyecto.

Debemos plantear antes de poner en marcha el proyecto la forma de salida de la sociedad de cualquiera de los socios si se presenta ese dilema en algún momento.

Si no vale cualquier socio ¿Cuál es el adecuado? El socio que me complemente. Que tenga las habilidades de las que yo carezco. Que entre los dos seamos más completos, mejores, más eficaces.

¿Y si es un socio capitalista? En este caso la implicación debe quedar clara. ¿Sólo aporta capital? ¿Capital y gestión? ¿Qué exige a cambio? ¿Cuánto tiempo quiere permanecer en la empresa? ¿Cómo quiere salir de ella?

Siempre he dicho que elegir un socio es como elegir una pareja. Un buen socio puede ser lo mejor que te pase en esta vida, o justo lo contrario. La analogía con la pareja es clarísima. Con un inconveniente añadido, en un socio vas a encontrar lo peor de una relación y, sin embargo, lo bueno de una relación afectiva queda fuera de una relación de socios.

Mira con lupa a tus socios. No compliques el desarrollo de tu proyecto de forma innecesaria.

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