Más de mil veces, sin exagerar, he matizado la manida frase “un plan de empresa es imprescindible” He encontrada miradas de incomprensión, de perplejidad. Cuando ha salido el tema con emprendedores he dedicado un espacio significativo a tratar el asunto. He soportado miradas displicentes de consultores. No es un asunto lateral, es central y básico. Expongo mi postura en el siguiente post.

¿Para qué sirve un plan de empresa?

Como hoja de ruta.

Un camino que me lleva desde donde estoy hasta donde quiero llevar mi proyecto. Una especie de GPS emprendedor. Como buen GPS debe permitir recalcular la ruta. Un plan de empresa no es nada si no es abierto, adaptable y capaz de modificar su estructura. Si nieva no podré utilizar, quizá, un puerto de montaña. Tendré que recurrir a otro camino para llegar a mi destino.

Un plan de empresa es un simulador, sobre papel o sobre pantalla.

Una herramienta que me permite plantear escenarios y diseñar respuestas para esas imaginadas situaciones. ¿De qué depende su utilidad? Evidente, de los datos de partida, de las situaciones planteadas y del tiempo. Si parto de datos certeros y reales los resultados pueden ser interesantes. Si los escenarios planteados son correctos será válido. Si las simulaciones son próximas en el tiempo el nivel de fiabilidad será correcto. Si, por el contrario, los datos de partida son poco fiables la herramienta no va a permitir una buena simulación. Si imagino escenarios irreales llegaré a respuestas del mismo tipo. Si quiero alejarme en el tiempo puedo acabar con un plan de empresa de ciencia ficción. Puede ser muy bueno, no digo que no, solo que recomiendo que lo elabore un visionario. No estaría mal como ejemplo la lectura de la excepcional saga Fundación de Asimov.

Un plan de empresa es la mejor carta de presentación.

Es la forma de dar a conocer mi proyecto. Si busco inversores, financiación, ayudas, un plan de empresa es imprescindible. Cumple esta función con esmero. ¿Qué hay que tener en cuenta? Si es mi tarjeta de visita debe ser atractiva. Cual best seller debe atraer al lector y engancharle para que continúe leyendo. De no ser así, al menos que despierte el suficiente interés como para que el lector venga a preguntar como termina, a pedir información de nuestro proyecto. Pero no solo debe ser atractivo sino también creible. Un “exceso” de optimismo puede ser contraproducente para obtener la financiación que busco o conseguir atraer al inversor deseado.

¿Para qué más sirve un plan de empresa?

Para recabar toda la información posible sobre el proyecto que quiero emprender. Ampliar lo que ya sé. Descubrir lo que no conocía. Abrir mi mente a escenarios diferentes y productos o servicios alternativos y sustitutivos. Tantear la sensibilidad del cliente y de los demás actores del mercado hacia mi idea.

Concluyo, un plan de empresa puede ser muy interesante pero no es un paso previo, necesario e imprescindible a la hora de emprender. He leído planes de empresa que no había por donde cogerlos. Datos extraidos de dios sabe donde, estudios de mercado sin base, predicciones y estimaciones inimaginables. Y, afortunadamente, he conocido también emprendedores sin plan de empresa pero que tienen la hoja de ruta, el simulador y la información en su materia gris. Lo reescriben en sus conexiones neuronales integrando cada información recibida cada milisegundo. Lo comunican a la perfección, no solo la idea, sino el entusiasmo y la pasión por el proyecto. Me quedo con los segundos, ya encontraremos alguien que elabore el plan de empresa si es necesario.

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