Vivimos y consumimos en un mundo global, y si tienes una empresa debes ser consciente de que tus clientes puedes estar en cualquier rincón del mundo, pero también tus competidores. ¿Cómo llegar hasta ellos? ¿Cómo convertirnos en su mejor opción? En este post queremos hablar de la internacionalización y de los emprendedores con unos consejos básicos que esperamos que os ayuden.
España, con sus 47 millones de habitantes, es un mercado relativamente pequeño si lo comparamos con Latinoamérica o EEUU. Esta sensación de que nuestro mercado “se nos queda pequeño” se acrecienta si hablamos del mundo digital dominado por negocios B2C cuyo éxito depende de atraer una cantidad elevada de clientes y aunque se han dado pasos importantes de cara a la internacionalización debido a la crisis, ésta continúa siendo una asignatura pendiente de las pymes y start-ups españolas.
Si hemos decidido poner en marcha un proyecto y queremos crecer, el mundo debe ser nuestro mercado y nuestro producto o servicio la solución a una necesidad. Nuestra empresa debe estar preparada internamente para atender las demandas de clientes procedentes de cualquier parte. Esto supone desde valorar diferentes idiomas en nuestras comunicaciones, hasta protección de patentes o búsqueda de canales de distribución.
Es cierto que las compañías digitales nacen con una voluntad internacional mayor que las tradicionales pero no debemos olvidar, como señalan los expertos, que debemos centrarnos en un mercado inicial donde probar nuestro modelo de negocios y una vez comprobada su viabilidad lanzarlos a la internacionalización.
Salir a un nuevo mercado no es una decisión para tomar a la ligera. Primero de todo debemos valorar por qué internacionalizarnos, cuál es nuestro objetivo… no debemos ver la posibilidad de crecimiento como una única salida, es decir, crecer por crecer puede ser perjudicial si no hemos conseguido consolidarnos en nuestro mercado. Y ¿Cuál es nuestro valor diferencial? Conocer cuáles son nuestras fortalezas, nuestras mejores cartas nos permitirá destacar.
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También debemos analizar si nuestro modelo de negocio es válido para el país o mercado al que queremos acceder. Hay que conocer la cultura, si nuestro producto será aceptado o deseado, cuáles son nuestros competidores, normativas que nos afectan, contexto socio-político…
Otro aspecto que no debemos perder de vista es asegurarnos de tener los recursos necesarios para mantener nuestra presencia en el país seleccionado para exportar. Esto supone desde elegir a nuestros partners o posibles socios, quién controlará a un nuevo equipo, los costes de abrir una oficina en el país, la posibilidad de franquiciar nuestro negocio o recurrir a una oficina comercial a través de un centro de negocios, que reducirá enormemente los riesgos y los costes.
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Desde el conocimiento de ELIGE Workplace y nuestra experiencia en el día a día con las empresas que exportan, podemos afirmar que para arrancar tu negocio en un país nuevo, lo más seguro, económico y representativo, es la opción de una oficina virtual en un Centro de Negocios, situado en una calle representativa de la ciudad y con un servicio personalizado que represente mi marca en la atención a mis posibles clientes. Con ello, te dediques al sector que te dediques, puedes tener una Delegación Comercial en cualquier parte del mundo… y tú centrarte en desarrollar tu Negocio.
Debemos asegurarnos de tener la infraestructura suficiente, dependiendo de nuestro sector, pero es seguro que una oficina comercial siempre debe estar situada en el mejor lugar, y operativa para ayudarnos en el crecimiento progresivo de nuestro proyecto.
Si en nuestro camino hacía el crecimiento estamos buscando un inversor, el pensar de manera global nos ayudará a atraer un business angel o resultar atractivos para fondo de capital riesgo. Una apuesta internacional, con un modelo de negocio escalable, nos transformará, a sus ojos, de “rentable” a “invertible”.