Visitar Tenerife es una experiencia que los amantes de la costa marítima no pueden perderse. Esta isla es conocida por sus maravillosas playas; desde aquellas bien comunicadas con todos los servicios a mano, hasta las calas recónditas y salvajes, cuyo difícil acceso evita que tengan muchos visitantes.
La calidad volcánica de la isla determina también el color de estas playas, pues no solo las hay de fina arena rubia, también encontramos impactantes playas de arena negra.
La playa de Los Cristianos fue una de las primeras de Tenerife en abrirse al turismo en los años sesenta. Sus aguas tranquilas y su proximidad con los servicios propios de la civilización la convierten en un lugar perfecto para las familias con niños pequeños o personas con movilidad reducida. Eso sí, antes de proseguir.
Otras playas que destacan por la tranquilidad de sus aguas son la Playa de Troya, Las Teresitas y El Camisón.
Para los que prefieren entornos más salvajes deberían visitar las playas de El Roque, Almaciga y Benijos. Sin estar demasiado lejos de la capital, estas playas ofrecen un entorno agreste con hermosas formaciones rocosas. Sus fuertes corrientes hacen que sean desaconsejables para los bañistas poco expertos, pero los amantes del surf disfrutaran de su oleaje.
En esta categoría hay que incluir también, dada su aspecto virgen y su gran belleza, la playa del Bollullo.
Encontramos en la Playa del Socorro un punto intermedio entre tranquilidad y aventura . También en la costa norte de la isla, dispone de un oleaje lo suficientemente enérgico para hacer surf, pero su acceso es mucho más fácil y es apta para bañistas.
Conviene elegir bien la playa según las preferencias personales y la actividad que se quiera practicar. La costa Tinerfeña no solo ofrece un lugar para relajarse y nadar, también es el lugar perfecto para la observación de cetáceos, explorar el fondo marino buceando o desde un barco con fondo de cristal y navegar.
Los más activos pueden dedicarse a, como ya hemos dicho, hacer surf o bien probar el kitesurf o el parascending. Hacer parascending nos permite no solo descargar un poco de adrenalina, también admirar las vistas sobre Tenerife desde unos ochenta metros de altitud. Las posibilidades de ocio en esta hermosa isla son ilimitadas.