No podemos negar que, junto con la sal, la lechuga es uno de los alimentos estrella en nuestra dieta. Es difícil no encontrar una ensalada de entrante o una mezcla de brotes como acompañamiento al plato principal de la cena. Eso es debido a que sus hojas son ricas en nutrientes y vitaminas. Además, ayuda a que el estómago se llene con más facilidad y se reduzca el consumo excesivo de alimentos a la hora de hacer dos de las tres comidas más importantes del día. Conocer sus propiedades nos ayudará a entender mejor los motivos por los que consumirla.
Lechuga, un alimento poco calórico
La característica más importante de la lechuga es que hay muy pocas calorías en una buena ensalada hecha a base de brotes u hojas de lechuga. Esto hace que el consumo de esta verdura sea muy recomendable de cara a las dietas. Y no solo por su sabor suave y sus altos índices de agua. El hecho de que un plato de lechuga sacie tanto como un plato principal es algo muy positivo si buscamos perder peso, porque el estómago estará tan satisfecho con el alimento ingerido que prácticamente no tendrá ganas de tocar el plato principal. Por eso muchas dietas recomiendan comer un abundante bol de lechuga y ser más austeros a la hora de comer carne o pescado en el siguiente plato. Eso sí, esta verdura ayuda a adelgazar siempre y cuando se utilicen aliños sencillos y bajos en calorías. No es lo mismo el valor calórico de una cucharada de aceite que una cucharada de aceite césar o una ensalada con taquitos de bacón de por medio.
Reduce el colesterol
Lo primero que hacen los doctores al detectar niveles altos de colesterol es indicar una dieta donde la lechuga siempre esté presente. El motivo de ello son las propiedades antioxidantes que se encuentran en las hojas que consumimos. Eso hace que comer a diario un plato de esta verdura ayude a retrasar el envejecimiento celular a la vez que se activa la circulación y nos encargamos de que la sangre fluya por todo el cuerpo al retirar toda esa grasa que puede taponar las arterias. Así el corazón es más fuerte y se reduce considerablemente el riesgo de sufrir problemas cardiovasculares a largo plazo.
Ayuda extra para el sistema inmunológico
En 100 gramos de lechuga podemos encontrar altos niveles de vitamina A, B, C y E. También encontramos altos índices de potasio, calcio, magnesio y hierro. La unión de todos estos elementos hace que el cuerpo se fortalezca a la vez que es posible prevenir enfermedades como la anemia. También ayuda a la prevención de la rotura de huesos a mujeres que padecen osteoporosis o incluso puede ayudar a las embarazadas a prevenir defectos congénitos debido a sus dosis de ácido fólico.
Y si la lechuga ya parecía lo suficientemente sana, hay una característica que va muy bien de cara al frío o a los cambios bruscos de temperatura. Ayuda a prevenir los resfriados debido a que fortalece las vías respiratorias y hace que, de forma natural, el cuerpo expulse con facilidad el virus de la gripe.
Tiene efecto calmante
Esta particularidad seguro que sorprenderá a quienes tengan costumbre de comer lechuga de forma habitual. Antaño se utilizaban mucho las hojas de lechuga para las torceduras, golpes o moretones. Ahora se sigue utilizando, pero como remedio natural traído directamente de la botica de la abuela. Un ejemplo de su uso es como cataplasma sobre la zona afectada, consiguiendo que las propiedades de la lechuga se impregnen en la zona de la lesión y deje de doler.
Pero nosotros queremos saber si estos efectos también pueden aparecer si se consume. La verdad es que está demostrado que la lechuga ayuda a la digestión y previene la aparición de flatulencias e hinchazón, dos cosas muy molestas que causan dolor de vientre en muchas ocasiones. Aunque el consumo de estos brotes no se limita a calmar el dolor, porque también tienen efectos sedantes. Así, el consumo de ensaladas es muy positivo si padecemos insomnio debido a que relaja al cuerpo y reduce los niveles de tensión y nerviosismo que podemos sufrir por culpa del día a día.
No la comas de noche
A pesar de sus múltiples beneficios, no es recomendable consumir lechuga o brotes por la noche. El motivo es que estas hojas llenas de nutrientes son ricas en agua, lo que provoca que el consumo nocturno a largo plazo nos lleve a retener líquidos, sobre todo en zona de las caderas y los muslos. Así que en definitiva, es recomendable comer ensaladas de lechuga como entrante a la hora de comer y reservar hortalizas como tomate o pepinos para la noche. Así evitaremos la retención de líquidos, la hinchazón y la dificultad a la hora de perder peso.