La crisis sanitaria sigue imparable en todo el mundo después de casi dos años y los efectos cada vez son más visibles en la sociedad. Hoy me gustaría hablar de las consecuencias de esta crisis a nivel mental puesto que estamos ante una silenciosa realidad que afecta a muchas personas en todo el mundo. Adaptarse psicológicamente a una situación tan grave como desconocida es un proceso complicado y que requiere de tiempo, paciencia y esfuerzo. Son muchas las incógnitas que quitan el sueño a muchas personas, que no solamente tienen miedo a contraer una enfermedad que está sesgando tantas vidas, sino que también aparecen otros miedos como la incertidumbre económica, la posibilidad de que nuestros seres queridos enfermen o el miedo que nos invade al no controlar una situación novedosa y extraña. ¿Alguien podía imaginarse, hace unos años, que seríamos privados de libertad? Todo ello sin haber cometido ningún delito y debido a la expansión de una enfermedad de la que nadie puede darnos datos fiables. Pretender normalizar esta situación (a nivel mental) es, cuanto menos, atrevido. De hecho, una de las definiciones que mejor definen a la ansiedad es el “miedo al futuro”. Y yo me pregunto cómo es posible no tener miedo al mañana con la que está cayendo o sino pregúntaselo al hostelero que lleva acumuladas pérdidas desde hace dos años o al paciente (de riesgo) que está viendo como sube vertiginosamente el número de contagios en todo el mundo. Vivimos en la casa de Tócame Roque.
La covid-19 ha removido demasiadas emociones en nuestro interior y ello implica que conceptos como la ansiedad o la depresión se estén conviertiendo en compañeros poco agradables en nuestra hoja de ruta. Anteriormente he usado el concepto de “silenciosa realidad” porque son muchos los que, aún, no han tomado conciencia de estos cambios que están alterando su paz mental. A nivel personal me doy cuenta de que algo no va bien cuando aprovechamos cualquier situación para sacar la rabia, frustración o impotencia por lo que está sucediendo. Las redes sociales se han convertido en un lugar ideal para demostrar que no estamos bien, un espacio para juzgar o insultar todos aquellos comportamientos que no nos parecen bien. Todo nos parece mal. Cuestionamos cualquier decisión de gobiernos, de expertos en virología o cualquier acción que hacemos. Estamos cansados de esta situación pero no podemos evitar seguir alimentando este miedo e incertidumbre consumiendo todo tipo de noticias relacionadas con una pandemia que, entre otras muchas cosas, nos está agitando a nivel emocional.
El otro día hablaba con el dueño de un bar de copas y me comentaba que estaba pensando en cerrar un tiempo. Le dije que era normal ya que el sector de la hostelería vive pendiente de restricciones y limitaciones, sin embargo me confesó que no era por eso, sino por las numerosas discusiones y peleas que se formaban entre los clientes. Conozco casos de amistades que se han distanciado por el tema “Vacuna si; vacuna no”, también de casos que han generado semejante fobia al virus que no salen a la calle o, lo más preocupante, casos de personas que han perdido las ganas y las fuerzas para luchar contra esta situación que, repito, es novedosa para todos.
De cualquier situación se puede extraer algo positivo y quizá de lo que estamos viviendo podemos sacar que padecer problemas de salud mental no es algo que afecta a personas de un perfil muy concreto, sino que cualquier persona puede verse afectado por una crisis de ansiedad o por un cuadro de depresión. Desde luego, los ingredientes que tenemos sobre la mesa son propicios para ello. La pandemia nos sirvió para valorar al sector sanitario como se merece y ahora nos tendría que servir para entender la importancia de la salud mental.
No soy psicólogo y no estoy en posición de poder ayudar a nadie, pero si que me gustaría proponer a cada uno de los que lean estas líneas que hicieran un ejercicio de autocrítica, que analizaran cómo les está afectando la pandemia en su salud mental y emocional con el objetivo de mejorar esta situación. Estoy convencido de que saldremos adelante y lo haremos más fuertes y con una experiencia aprendida.
¿Qué os parece como propósito del 2022 dedicar más tiempo a nuestra estabilidad emocional? Aunque siempre puede apuntarte al gimnasio como cada año.
P.D: Dejarás el “gym” antes de febrero. Y lo sabes.