La depresión no es una enfermedad exclusiva de los seres humanos, muchos perros sufren este trastorno afectivo sin que sus dueños se den cuenta.
Tener un perro no es soló darle comida y agua a diario. La relación entre el ser humano y estos animales domésticos es tan estrecha, que el principal causante de que un perro sufra depresión es su propio dueño. Cuando existe un desorden en el hábitat del animal, falta de cariño, un encierro prolongado o incluso la ausencia de algún miembro de la familia, nuestro perro se puede ver afectado negativamente. Este problema se acrecienta en las ciudades, donde el can desarrolla toda su actividad en nuestro entorno.
Síntomas. La observación sistemática de nuestra mascota es la que nos permitirá evaluar su estado:
– Apatía general o falta de interés hacia estímulos
– Somnolencia
– Inapetencia (puede pasar hasta tres días sin comer)
– Conducta violenta
– Aislamiento en los cachorros
Solución. El primer paso, como sucede en los seres humanos, es que reconozcamos el problema. A partir de aquí debemos buscar la ayuda de un especialista. Sin embargo, también están en nuestras manos algunas actividades o comportamientos que pueden ayudar.
– Intentar mantener el contacto diario. En casos extremos en los que no podamos, se puede suplir por música, radio o televisión el tiempo que el animal pase solo.
– Hacer ejercicio. Hay que intentar que corra a diario, jugando con él y distrayéndolo. Los paseos también son muy recomendables.
– La alimentación debe estar 100% controlada, debemos quedarnos con el perro para asegurarnos que está comiendo.
– Mejorar el hábitat. Un espacio muy desordenado, incluso antihigiénico, puede ser la causa de la depresión. Tenemos que ofrecer a nuestra mascota un entorno agradable donde vivir.
La enfermedad puede afectar a todas las razas, pero las estadísticas confirman que en Terrier y perros mestizos se dan más casos. También en aquellos animales que han estado en perreras o guarderías en algún momento de su vida.
Además de este tipo de depresión, denominada exógena, que es la más habitual, el problema también puede tener un origen genético, son las denominadas depresiones endógenas.