Hace unos días hablábamos de lo que suponía no ducharse a diario para nuestro cuerpo. Dimos respuesta a si era bueno o malo como práctica, dado que hay personas que se posicionan en ambos bandos. Pero el tema se quedó abierto para otro tipo de debates que ahora reflotamos con motivo de un experimento realizado por dos periodistas expertas en belleza. Su propuesta era descubrir si una mala higiene podía acabar siendo positivo para su piel. Los resultados os van a sorprender…
Mala higiene, así ha sido el experimento
Las valientes que se han echado el manto a la cabeza para llevar a cabo este experimento han sido Jill Provost y Jessica Amaris, que tenían mucho interés por dar respuesta definitiva al eterno debate. Su objetivo ha consistido en pasarse nada más y nada menos que 30 días sin limpiarse y manteniendo una higiene deplorable. Pero lo han hecho adrede, como experimento y prueba. Ellas quieren comprobar si los productos que usamos en nuestra piel acaban pasándonos factura, si nos afectan y si son responsables de producirnos efectos secundarios sin los que estaríamos mejor. También querían ver si nuestro planteamiento obsesivo sobre la belleza puede ser malo para nosotros, algo que se ha ido convirtiendo en un hábito más complicado a medida que han pasado los años. La sociedad se obsesiona por la higiene y esta se puede acabar convirtiendo en su peor pesadilla. Al menos, teóricamente.
Así que durante esos 30 días las dos chicas no utilizaron ni champú, ni productos de belleza o cosméticos, ni tampoco ningún tipo de jabón. Todo ello se eliminó de la rutina diaria y también dejaron de ducharse. ¿Os podéis imaginar lo que acabó ocurriendo? Obviamente, cuando pasaron las semanas el ambiente comenzó a estar un poco cargado.
Una excepción
Durante el experimento las dos periodistas utilizaron un único producto de belleza que se convirtió en la excepción que confirma la regla. Se trató del producto Mother’s Dirt AO+ Mist, un spray probiótico que era fundamental para ver si todo esta idea tenía una base de credibilidad. Lo que hace este spray es limpiar la piel sin necesidad de que la toquemos con agua. Su trabajo se realiza reponiendo las bacterias buenas que tiene nuestro cuerpo, con las que gestionamos el sudor y el olor, ayudando también a equilibrar el estado saludable de la piel. Una base con mucho sentido, dado que ya sabemos que uno de los problemas de ducharnos de forma habitual es que terminamos acabando con las bacterias buenas que nos ayudan.
Al margen de este producto no usaron nada de nada durante esos 30 días. Recuerda una de las especialistas que sufrió mucho por no tener desodorante con el cual relajar el olor de las axilas durante el periodo que duró el experimento. Dice que lo que hizo fue tener los brazos pegados contra el cuerpo el mayor tiempo posible, porque al segundo día de estar trabajando en el proyecto ya olía demasiado y le venían olores molestos que no soportaba. También echaron de menos el champú, dado que su pelo se comenzó a quedar muy pobre y resultaba difícil mantenerlo en buen estado. Peinarlo se convirtió en una misión imposible.
Problemas para todos
Las dos valientes responsables del experimento comenzaron a notar, pocos días de comenzar con ello, que las personas a su alrededor ya no estaban tan alegres de que estuvieran haciendo este tipo de investigación. Los compañeros de trabajo de las periodistas, con quienes tenían relación a diario, fueron viendo que algo raro pasaba. Definían su olor como si tuvieran a su alrededor la comida que habían ingerido el día anterior. La mezcla de olores externos con el sudor provocaba reacciones variadas y seguro que hubo bastantes personas que no quisieron hablar con ellas durante una temporada. El marido de una de las dos también lo notó, especialmente en su pelo, el cual decía que parecían algas marinas.
¿Pero cuál fue el resultado?
No ducharse y no usar productos de belleza produjo resultados molestos en cuanto a olores, pero sorprendentemente la piel acabó de una manera distinta. Cuentan las editoras responsables del experimento que inicialmente, en los primeros días, vieron cómo el acné y la psoriasis aparecían en su cara, pero llegado el día 21 desaparecieron. A nivel de complexión se notaron mucho mejor de lo que habían estado desde hace años y vieron que en general se sentían mucho más saludables.
Una vez cumplidos los plazos se lavaron solo con agua y eso les permitió quitarse el mal olor de encima, obteniendo ya la limpieza necesaria para que sus compañeros de trabajo y amigos no les miraran mal. Por otro lado, insisten en que cada día ahorraban 45 minutos de su tiempo que resulta muy valioso y que podían invertir en otras cosas. Con todo esto en cuenta han llegado a la conclusión de que una mala higiene no es tan mala, sobre todo porque nuestro cuerpo sabe cuidarse solito y no necesita ningún tipo de ayuda externa. Pero coinciden en que el agua y lavarse de forma habitual es necesario para poder vivir de una manera correcta. Podéis ver las fotos del experimento siguiendo la fuente.