El infarto cerebral, también conocido como ictus, afecta principalmente a una zona en concreto del cerebro, provocando que se alteren sus funciones y pueda derivar incluso en la muerte. Aunque este accidente cerebrovascular es más común entre pacientes de más de 60 años, también puede afectar a gente joven. No existe un perfil exacto de las personas más propensan a sufrir estos tipos de problemas, aunque sí que se ha observado que hay una tendencia más elevada en hombres que en mujeres, si bien estas últimas son las que más tasa de mortalidad presentan por culpa de ictus. Lo mismo ocurre con la raza, estudios científicos han dictaminado que la población afroamericana tiene más tendencia a padecer infartos cerebrales. Pero eso es indiferente, porque nadie está a salvo del ictus si está dentro de la población de riesgo.
Infarto cerebral, primeros síntomas
Los accidentes cerebrovasculares tienen varios síntomas y el primero se presenta como un dolor fuerte y punzante en la cabeza, siendo capaz incluso de despertarte si estabas en medio de un sueño reparador. Esta cefalea pronto está acompañada de rigidez en el cuerpo o dificultad al gesticular con el rostro, llevando a que si el ictus ha sido muy fuerte sea imposible hacer cosas tan simples como sonreír. Otro síntoma es la repentina sensibilidad visual, donde cualquier luz, por mínima que sea, nos producirá grandes molestias.
El fallo en la coordinación motora también es un claro ejemplo de que algo ocurre. Un ictus puede afectar a la movilidad de las extremidades hasta el punto de provocar parálisis de forma parcial o completa de todo el cuerpo. Esto lleva a que también resulte imposible gesticular una palabra o que lo hagamos pero las palabras no tengan sentido, resultando difícil mantener una conversación fluida porque no es posible formular frases de forma coherente.
¿Cómo actuar ante la sospecha de un ictus?
Si os fijáis en los centros hospitalarios veréis que hay, desde hace años, campañas para detectar rápidamente un infarto cerebral. Nos explican que con tan solo tres acciones podemos descubrir si la persona que está a nuestro lado ha sufrido un accidente cerebrovascular. Es importante tener en cuenta que si presenta dificultad para hacer una de estas tres acciones hay que llamar a los servicios de emergencia. Detectar un ictus a tiempo puede evitar parálisis o incluso la muerte para quien lo esté padeciendo.
La primera acción es preguntar a la persona por cosas concretas. Por ejemplo qué día de la semana es hoy o de qué color es el jersey que está vistiendo en ese momento. En estas simples preguntas se podrá ver si tiene dificultades a la hora de hablar o si logra hacer frases coherentes. Si no habla como debe o no responde de forma adecuada nos encontraremos con una señal de alarma que no deberemos dejar pasar.
Como segunda acción que puedes tener en cuenta a modo de prueba es pedirle sonreír. Esto ayudará a confirmar tus sospechas. Si notas que no logra hacer ese sencillo gesto o que lo que logra es una mueca torcida es que presenta problemas de parálisis facial, una señal muy alarmante. En ese punto será vital correr a llamar a una ambulancia o llevar al afectado al médico.
Por último, la prueba final para confirmar al 100% si la persona que está a nuestro lado ha sufrido un ictus es pedirle que levante los brazos. Si no lo logra o solo lo consigue con uno es que, por desgracia, está padeciendo una parálisis completa o parcial del cuerpo, demostrando así la gravedad de su estado.
Población de riesgo
Aunque los ictus se asocian a la gente mayor de 60 años, ya que es el sector de población que más los padecen, hay factores que pueden provocar tener una tendencia natural a sufrir algún problema cardiovascular. Recuerda que si presentas alguno de estos síntomas no dudes en ir al doctor para que te haga un chequeo médico, siendo recomendable repetirlo cada dos años.
El primer factor de riesgo es el tabaquismo. Como sabéis, este tipo de problemas se caracterizan porque se forma un trombo en una de las regiones cerebrales, los cuales pueden provocar que las funciones de todo el cuerpo se vean afectadas. El hábito de fumar hace que la presión sanguínea aumente a la vez que las venas y arterias pierdan su flexibilidad, provocando así que sea más fácil padecer un trombo en cualquier parte del cuerpo.
Una vida sedentaria también puede ser causante de un ictus, al igual que padecer obesidad. Eso se debe a que las personas que padecen sobrepeso tienen tendencia a tener presión arterial alta, el factor que más debe preocupar a quien crea que tiene predisposición de padecer accidentes cardiovasculares, ya que este tipo de problemas también tiene un factor hereditario muy importante. Así que es aconsejable acudir al médico y comentarle si un familiar directo tuyo ha sufrido un infarto cerebral para que te hagan un chequeo y un seguimiento cercano cada cierto tiempo.