La boca y los dientes son algo muy importante: parte de nuestra “carta de presentación”, su cuidado es esencial, y para ello, la limpieza correcta es el pilar sobre el que se fundamente la salud bucal. En este artículo repasaremos algunos consejos para una boca limpia y saludable.
Para comenzar, recuerda que -como mínimo- será necesario cepillar los dientes dos veces al día – si son tres veces, mejor- . Lo básico será lavarse los dientes por las mañanas, y por las noches – antes de ir a la cama- . A la mañana, para barrer bien los gérmenes que pueden haber proliferado por las noches, y antes de dormir, para reducirlo y para deshacerte de los restos de comida que puedan haber quedado.
Elige un cepillo que sea de suave a mediano, para evitar “rallar” los dientes o lastimar las encías. Además, asegúrate que sea pequeño y que su cabezal alcance hasta la parte posterior de la boca. Tampoco olvides que hay que cambiarlo frecuentemente, como máximo, cada cuatro meses.
A la hora de cepillar tus dientes, toma nota de las recomendaciones: recuerda que no deberás centrarte solo en los dientes, sino también abarcar en el proceso de limpieza las encías y la lengua. De este modo, se reduce la placa bacteriana de la boca y se potencia su salubridad, previniendo asimismo el mal aliento.
Si bien no hay total coincidencia con respecto al cómo o al tiempo del cepillado, sí se coincide en que es algo que no se debe pasar por alto. La duración debería ser de al menos dos minutos, y su procedimiento con movimientos suaves, cortos y circulares, cuidando la línea de las encías.
Primero, comienza con las superficies externas de los dientes y muelas, tanto de arriba como de abajo. Que el movimiento sea circular, con presión suave y con el cepillo ubicado a 45º en relación con el borde de la encía. Luego, haz lo mismo pero en las caras internas de las piezas dentales.
Pasa luegoel cepillo por los bordes de cada pieza, es decir, la superficie de masticación. Finalmente, enjuaga con abundante agua tibia haciendo “buches” y emplea hilo dental para retirar cualquier resto que pueda haber quedado – con suavidad para no dañar la encía.