Muchas mujeres se alertan al ver los resultados de su estudio citológico íntimo y encontrar dentro del diagnóstico que cuentan con bacilos de Döderlein. Pero al contrario de lo que podría parecer a primera vista, la presencia de ellos no sólo es normal sino necesaria para el equilibrio de la flora vaginal.
Los bacilos de Doderlein son parte de la flora bacteriana de la vagina, y son, por lo tanto, una clase de bacteria benigna que cumple un papel primordial en el mantenimiento del pH de la vagina, que en las mujeres en edad fértil ronda entre los 4,5 y 5.
Vale recordar que un medio ácido adecuado mantiene a tono la flora vaginal, que no es otra que la encargada de proteger ante la entrada posible de agentes patógenos externos.
Ahora bien, si por un determinado motivo la colonia de estos bacilos se redujese o aumentara, esto provocaría una alteración en el medio vaginal. Cuando los bacilos caen en número, el pH se eleva y esto puede llevar a la aparición de infecciones. Por el contrario, si suben por encima de lo normal, el pH se reduce y propicia la aparición de hongos en la vagina.
Mediante las pruebas citológicas, precisamente, se puede conocer cómo se encuentran estas colonias y, según su nivel, el especialista podrá indicar cómo normalizar la flora vaginal.
Los bacilos de Döderlein, o también conocidos como lactobacilos, deben su nombre a su descubridor, un médico alemán que los identificó por vez primera en el año 1894.
Como se señaló, se trata de las bacterias más importantes en una flora vaginal normal, y se pueden encontrar de 10 a 100 millones por gramo de fluido.
Resumiendo, hoy en día los bacilos de Döderlein son descritos como “microorganismos probióticos utilizados para reestablecer el equilibrio ecológico de la vagina, gracias a su capacidad de adherirse a la mucosa inhibiendo el crecimiento de gérmenes patógenos, metabolizando la glucosa y obteniendo ácido láctico que mantiene un pH vaginal adecuado”.